En una proporción mucho más elevada de lo que pudiéramos imaginar, somos impotencia: porque muchas veces no hay nada que hacer o la solución no está en nuestras manos; porque nuestra libertad está profundamente condicionada, a veces aprisionada y no raras veces anulada; porque somos esencialmente indigente; lo que podemos es poco y a veces casi nada, Quien sea capaz de aceptar todo esto sin sublevarse ya está en la mitad del camino de la liberación.
20 de julio
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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