En el círculo central de una persecución hay noches de insomnio, ácidos altercados, taquicardias, rumores alarmantes, momentos de pánico, pleitos en los tribunales, de todo. Y, en esa situación, cuando la nave hace agua por todas partes, ¿en qué asidero agarrarse? ¿Dónde refugiarse? Dios, Dios es la única ancla de salvación en medio del naufragio universal. En numerosas oportunidades vemos al salmista; zarandeado en medio de la iniquidad humana, casi ahogado, levantando los brazos e implorando auxilio al Señor.
25 de mayo
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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