"Juan fue el primero en experimentar aquello que nosotros llamamos: "la devoción a Maria": amor filial, admiración, disponibilidad, fe... Al pie de la Cruz, Jesús le dio a Juan un encargo con carácter de última voluntad: "Cuida con cariño de mi Madre ¡Hazlo en recuerdo mío! "
El Evangelio dice: "El la acogió en su casa" . ¡Cuánta vida encierran esas breves palabras! ¡Cuánto significan!. María fue entregada a Juan y, a su vez Juan fue entregado a María . En otras palabras: así como Juan debía de preocuparse de María, de la misma manera María debía cuidar de Juan.
Desde entonces Juan consideraría a María como Madre y le daría lo que un buen hijo adulto da a su madre: cariño y cuidado. Y María a su vez , consideraría a Juan como hijo y le daría lo que una buena madre da siempre a su hijo: atención y amor. En él, el Señor daba a todos a María por Madre y, en él se hallaban representados todos los que habían de creer en Jesús; en Juan, declaraba y hacía todos los redimidos hijos de María.
A Juan lo conocemos en sus escritos: ardiente como el fuego, suave como la brisa, Juan es un hombre cariñoso. ¡Cómo sería el cuidado y la atención de Juan en los últimos años de la vida de la Madre! ¿Cómo sería el suspenso, la pena, la veneración, cuando Juan asistió al tránsito inefable y cerró los ojos de la Madre ? Cariño delicadeza, cuidado, veneración; todo éso y mucho más fue tejiendo la intimidad envolvente dentro de la cual vivieron estos dos privilegiados.
¡ Nunca se dio en este mundo una relación de tanta belleza entre dos personas!
El silencio de María
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