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Oración desde lo profundo




Desde las profundidades del alma asciende mi clamor hacia ti, Padre de ternura. He bajado hasta las aguas profundas, y estoy ahogándome. Levanto los ojos, y no veo nada. Estoy hundido en lo hondo del barro, y sólo sombras rodean mis fronteras. ¿Cómo salir de aquí? Dame la mano, Padre mío. Aunque desfallezco de dolor, no quiero que el dolor ocupe el centro de mi alma. No quiero ser, Padre mío, un espectador compasivo de mis propias heridas y fracasos. No quiero gritar, planeando como ave de presa en círculos concéntricos en torno a mis desdichas, como si mi existencia fuese el centro del mundo, como si no existieran más valores e intereses que los míos. No quiero que este horrible dolor me repliegue sobre mí mismo, sino que me haga salir como en una aurora pascual y en una apertura solidaria hacia los hermanos que me has dado. Quiero, Padre amado, en esta tarde, precisamente cuando el dolor y la muerte me derrotan aparentemente, establecer un reinado de liberación sobre el dolor y la muerte misma.


El pobre de Nazaret P. Ignacio Larrañaga Orbegozo.

 
 
 

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