Padre mío, estoy debatiéndome a solas con mi sombra. Las heridas están abiertas, y necesito el bálsamo de la consolación. Sé que no puedo llegar al alba sino por el sendero de la noche; dame la mano para la travesía. Envíame un fuerte viento de popa. De nuevo levaré anclas. Soltaré las amarras y partiré hacia alta mar.
17 de abril
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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