Cuando un hermano, mediante la observación y la meditación, llega a la convicción vital de la transitoriedad de cuanto lo rodea, cuando deja que las cosas sean y se desliga emocionalmente de cuanto no vale (no le «importa» lo que no importa) , desde ese momento, ese hermano queda inundado de una paz profunda, lo mismo que cuando el fuego de la lámpara se apaga, al consumirse por completo el aceite.
24 de diciembre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
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