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La gracia de respetarnos

La gracia de respetarnos


Jesucristo, Señor y hermano nuestro.

Pon un candado a la puerta

de nuestro corazón

para no pensar mal de nadie,

no prejuzgar,

no sentir mal,

para no suponer ni interpretar mal,

para no invadir el santuario sagrado

de las intenciones.

Señor Jesús, lazo unificante de nuestra fraternidad.

Pon un sello de silencio en nuestra boca para cerrar el paso a toda murmuración o comentario desfavorable, para guardar celosamente hasta la sepultura las confidencias que recibimos olas irregularidades que observamos, sabiendo que la primera y concreta manera de amar es guardar silencio.

Siembra en nuestras entrañas fibras de delicadeza. Danos un espíritu de alta cortesía para reverenciarnos unos a otros como lo haríamos contigo mismo. Y danos, al mismo tiempo, la exacta sabiduría para enlazar convenientemente esa cortesía con la confianza fraterna.

Señor Jesucristo, danos la gracia de respetarnos.

Así sea.


Modalidad

Orar en el Espíritu de Jesús


Explicación

"EN EL ESPÍRITU DE JESÚS

Imaginar a Jesús en adoración, por ejemplo, de noche, en la mañana, bajo las estrellas.

Con infinita reverencia, en fe y paz, entra en el interior de Jesús. Trata de presenciar y revivir lo que Jesús viviría en su relación con el Padre, y así participa de la experiencia profunda del Señor.


Trata de presenciar y revivir los sentimientos de admiración que Jesús sentiría por el Padre. Decir con el corazón de Jesús, con sus vibraciones, por ejemplo, “glorifica tu nombre”; “santificado sea tu nombre’.


Colocarse en el interior de Jesús, asumir sus armónicas y revivir aquella actitud de ofrenda y sumisión que Jesús experimentaría ante a voluntad del Padre cuando decía: “No lo que yo quiero sino lo que quieras Tú”. “Hágase tu voluntad”.


Qué sentiría al decir “cómo Tú y yo somos una misma cosa”, al pronunciar “Abba” (¡querido Papá!), tratar de experimentarlo. Ponerse en el corazón de Jesús para pronunciar la oración sacerdotal, capítulo 17 de San Juan.


Todo eso (y tantas cosas) hacerlo “mío” en la fe, en el espíritu para revestirme de la disposición interior de Jesús.


Y regresar a la vida llevando en mí la vida profunda de Jesús.


Esta modalidad de oración sólo será posible en el Espíritu Santo “que enseña toda la verdad”.


Canto

Padre Yo te adoro







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