—He entregado a los pobres —insistió el Pobre— la llave de la felicidad, vaciando mis manos llenas en sus manos vacías, porque no se conoce felicidad mayor que hacer felices a los demás. ¿Por qué me arrebatas ahora la felicidad de hacer felices a los demás?
—Es fácil dar; lo difícil es darse. Y la suprema ofrenda consiste en dar la vida.
Ignacio Larrañaga - El Pobre de Nazaret
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