Mira a tu pasado con mirada complaciente. Contémplalo todo sin hostilidad. Lo que sucedió en la primavera de tu infancia, en los años procelosos de tu juventud, los primeros desengaños que te dolieron tanto, o aquel fracaso, aquella decisión injusta y arbitraria que tomaron sobre tu persona, aquella crisis, aquel hecho que nunca quisiera recordar, aquellas personas que influyeron en ti tan negativamente, aquella lamentable equivocación… Pero no te olvides que también hubo prodigios y maravillas en tus días. ¡Todo está consumado! Acéptalo todo agradecido; asume en paz cuanto Dios permitió, y deposita en sus manos la hermosa ofrenda de tu vida.
7 de setiembre
El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga
Comments