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Señor, envíame en cada alborada un ángel para que arranque de mi corazón los cardos y las ortigas

Señor, envíame en cada alborada un ángel para que arranque de mi corazón los cardos y las ortigas, por si, durante la noche, el enemigo los hubiere plantado. Padre, estoy metido en el punto exacto donde se cruzan las corrientes; no sueltes tu mano de mi mano, y no te olvides de cantarme cada noche la canción de cuna.


26 de enero

El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga



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