Jesús, manso y humilde de corazón,
ardientemente te suplico
que hagas mi corazón semejante al tuyo.
Dame la gracia de ir adquiriendo
progresivamente un corazón desprendido
y vacío, manso y paciente.
Dame la gracia de sentirme bien
en el silencio y el anonimato.
Líbrame del miedo al ridículo,
del temor al fracaso.
Aleja de mi corazón la tristeza.
Hazme libre, fuerte y alegre.
Que nada pueda perturbar mi paz,
ni asustarme,
que mi corazón no sienta
necesidad de autosatisfacciones
y pueda yo dormir todos los días
en el lecho de la paz.
Revísteme de dulzura y paciencia,
mansedumbre y fortaleza,
suavidad y vigor, madurez y serenidad.
Y los que me ven, te vean Jesús. Amén.
Amén.
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