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aceptar humilde y profundamente que el Señor sea Altísimo


Salida, asombro, fascinación, anonadamiento, espanto. Una impresión contradictoria. ¿Quién eres tú y quién soy yo?, es pregunta, es respuesta, es admiración, es afirmación; adorar, aceptar humilde y profundamente que el Señor sea Altísimo y que el Hermano sea pequeñito; adorar, no resistir sino aceptar todo maravillado y agradecido, comenzando por la, propia pequeñez; adorar, arrodillarse a los pies de la creación para lavar los pies, vendar heridas, poner a los gusanitos en lugar seguro, servir a la mesa, reverenciarlo insignificante, no despreciar nada, ser hermano mínimo entre los hermanos pequeños de la creación; adorar, aceptar gustosamente que el Presente sea el Distante, y que Aquel que es la esencia de mi existencia sea al mismo tiempo la Otra Orilla: quedar quieto, mudo, estático, amar.

5 de enero

El Sentido de la Vida – Padre Ignacio Larrañaga



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